¡BÁJENLE VOLUMEN!

A LeBron James no se le puede dejar la responsabilidad de cuidar de sus propias lesiones; es idéntico a Kobe Bryant ¿Debe Lakers darse por vencido con su sueño de Playoffs? ¿Habrá Tanking?

Por René Romano @reneromanosport @TheLAVox

LOS ÁNGELES, EE.UU.— Cierto es que no nos debemos fiar del que de nadie se fía. Algo que aplica a perfección cuando se habla de ‘cracks deportivos’.

Especialmente en los casos específicos de los Maradonas, los Messis, los Cal Ripkens, los Jordans, los Bryants, pero en este caso determinado, ‘a los LeBron James.’

Les diré por qué. Sin rodeos y al grano. Al estilo Romano.


Porque en LeBron James no se puede confiar, simple y sencillamente.

Y ojo que no lo digo en mal lid, o mucho menos como una crítica o un desaire hacia el mejor jugador del planeta, sino al contrario, como un halago, pues este jugador es demasiado similar a los antes mencionados. De hecho, es casi idéntico a ellos.

PESO ENCIMA

Sabida su responsabilidad y el peso de su figura dentro de un terreno de juego, o duela, como se le llama al campo de juego en el baloncesto, LeBron es como cualquier otra figura deportiva Mundial, que, no importándole lesiones, sobrecargas, patadas, empujones u obstáculos, sale noche tras noche a jugar y a vislumbrar sin parpadear.


Es más, lo hace de forma impensada y en el acto, arriesga lo suyo, lo invertido en él y de paso, en el futuro de él mismo y de los suyos cuando toma la esfera y se predispone a dar clases en la materia.

Algo que preocupa ahora más que nunca, y con unos Lakers cerca del abismo y un enésimo fallido intento en retornar a los Playoffs, cualquier cosa se puede esperar de LeBron.

Sí, como en su momento lo vimos mediante Kobe Bryant, que, ante la ineficacia y desgracia de unos Lakers desahuciados, se esforzó al máximo –físicamente empujando límites—ante la carencia de sangre en la cara de sus compañeros y hasta soportó la ruptura de su Talón de Aquiles, para darlo todo por la grada, su organización y su legado.

‘DEMOSTRACIÓN DE HUEVO’

Pero más que todo, un verdadero acto de huevos, de hombría, de casta y pundonor.


Algo que tiene en su ADN LeBron, y que, como Messi, Maradona, Cal Ripken Jr., Michael Jordan, y el mismo Kobe Bryant en su momento, jamás le temieron a una sobrecarga, una fiebre, un sobresfuerzo o una ‘nada de lesión’. Algo que, por lo menos en su vocabulario, o su glosario personal no existe ni existirá jamás.

Razón por la cual, si fuera los Lakers, su entrenador, su compañero o su preparador físico, le pediría lo imposible para él: Desacelerarse y bajarle de decibeles, ya que lo que sucedió o fue por un tirón —dicen las malas lenguas— pudo haber sido algo mucho peor. Como lo que le sucedió a Kobe Bryant esa noche oscura de abril de 2013, en la cual, todos sabíamos, confirmábamos y llorábamos que su legado había llegado a un no ansiado e indeseado ‘final.’

De hecho, si yo fuese Luke Walton, que sabemos de buena fuente, no será renovado, y quizás seguirá desempleado por mucho tiempo tras un paso horripilante y decepcionante como ‘head coach’ de Lakers, sentaría a LeBron, más de lo ‘negociado’, apegándome a sus mejores intereses y su salud (sin el infame ‘Tanking’), a sabiendas que lo que afronta, es totalmente una misión imposible, que de tornarse a su favor y llegar desesperadamente a los Playoffs, de todas formas, serían humillados de forma tempranera, por lo que extender la temporada por cuatro partidos más, si eso, sin esperanza alguna de ser campeón, es y siempre será eso mismo: Una nula esperanza.


ESPERANZA NULA

Una inexistente. Como lo es para Lakers pelear por el cetro de 2019, por lo que se deben —inmediatamente— concentrar en el verano, lo que puede venir, y lo que podría ser, pero con una mejor oportunidad de hacerlo, y no por una testarudez o miedo a un fracaso omnipresente.

Un fracaso que los embarga desde hace mucho tiempo ya y que, al final, demostrará que su presencia, —la del fracaso— es solamente el condimento final que da al éxito su sabor.

¿Explícome?

Los dejo. Hasta la próxima.

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