Canelo volvió, y el boxeo retornó a su incertidumbre habitual; Más allá de la pelea con Saunders, no está muy claro hacia dónde se dirige el pugilismo debido al constante circo alrededor del mismo y la carencia de un verdadero campeón libra por libra

Por René Romano @reneromanosport @IamRomano10

LOS ÁNGELES, EE.UU.— Siempre he dicho que todo promotor de boxeo, periodista especializado en el pugilismo y fanático del mismo deporte, casi siempre tiene la conciencia limpia sin tener cola que le pisen.

Les diré por qué. Sin rodeos y al grano. Al estilo Romano.

Porque — con el respeto de muchos amigos dentro del medio—casi nunca utilizan su conciencia.

Y es que, el secreto de la vida —dentro del pugilismo— ya sea detrás de un teclado, blindado por una barda o entre cuerdas, en teoría, debería ser la honestidad y el juego limpio, algo que no todos dominan, por ende, no lo han conseguido o alcanzado.

Eso dicho y esclarecido, insistimos en que nadie puede tapar el sol con un dedo.

Tras el retorno del afamado Canelo Álvarez, el boxeo solo regresó a su incertidumbre habitual de siempre. Titulares de humo de los ‘amigos del Canelo’ y su oscuro afán de poner en alto el nombre de un pueblo (Guadalajara) y por ende su país (México) dentro del mix de titulares deportivos mundiales.

Esto, a la vez que se llenan las bolsas, todos (periodistas, promotores y cronistas), en los viajes y la promo alrededor del circo acostumbrado que ya suelen ser las peleas del Jalisciense, usual y recientemente llenas de ‘extras’, que nada tienen ya que ver con el pugilismo, como Mini conciertos y salidas al cuadrilátero que tienen una duración más larga que la misma pelea.

Y es que, es triste que no está muy claro hacia dónde se dirige el pugilismo. Y si en efecto, todos fueran honestos —algo que no es— de paso admitirían que el deporte sigue carente de un verdadero campeón de peso libra por libra y de una estrella total.


LA MENTIRA MÁS GRANDE

Algo que Canelo no lo es. Porque si eso fuese cierto, subiría a otras categorías donde sabe jamás tendría cabida o mucho menos una ‘chance’ de ganar.

Aparte que, eso de los rankings de los mejores libras por libra, insisto en que son nada más que la opinión de un fanático al cual le fascinan los números, la fantasía y por ende, las ilusiones por no decir alucinaciones que luego reproducen ‘los colegas de oficio’ en sus medios como acto de apoyo y promoción.

Son fantasiosos y pretensiosos, como los ‘magnates’ que manejan el boxeo a gusto y antojo, y se dedican a ‘promover’ mentiras como aquellas en las que insisten hoy en día personalidades —otrora muy respetadas— como Floyd Mayweather y Mike Tyson, con exhibiciones muy al estilo de las películas de Rocky Balboa, ante cirqueros, famosos y hasta luchadores bajo el nombre de ‘Mayweather Promotions y Triller’.

Mentiras capaces de copar estadios— como lo hizo la gente de ‘Canelo Promotions y asociados’— con el Cowboys Stadium con más de 73 mil almas. Incluso, imponiendo un récord para una pelea bajo techo (indoor) en Estados Unidos que fácilmente superó los 63.350 espectadores del Superdome en Nueva Orléans que acudieron a la pelea entre Muhammad Ali y Leon Spinks en 1978.

Y mientras sigue al alza la apertura a organizar eventos masivos en Estados Unidos, gracias a que se han relajado las restricciones por la pandemia y se agiganta la ampliación de la capacidad en los partidos de béisbol y baloncesto, continuarán las mentiras y malas bromas que siguen separando al Canelo de lo ‘verdadero y real’.

REALIDADES

Si tan bueno fuera, insisto, se mediría ante los mejores en otras divisiones, uniformándose así con su constante labia que promueve el ‘unir, subir, bajar, subir, bajar y unificar’.

Esto, si tener que ‘comprimir o conjuntar’ lo que ya se convirtió en una mala broma; la ‘Super middleweight division’.

Una división en la cual, Mauricio Sulaimán y amigos le siguen inventando y mandando a hacer más cinturones, con el único afán de que nunca se pare enfrente a un Manny Pacquiao, un Errol Spence, un Gervonta Davis, un Terence Crawford, un Teófimo López, un Jermall Charlo, un Demetrius Andrade o expuesto a que le vuelva a pegar una buena cachetiza Gennadiy Golovkin sin la ayuda de los jueces.

Yo hasta lo pondría ante un Ryota Murata o un Jaime Munguia en condiciones justas y parejas. Y si no quiere bajar tanto, pues que suba unos kilos si se cree tan invencible y se la rife ante Light heavyweights o pesos pesados de la talla de Anthony Joshua, Tyson Fury, Deontay Wilder e incluso el ‘newbie’, Joshua Buatsi. Pegadores que les aseguró lo acuestan sin que se pueda levantar.

Pero no lo harán, ni Canelo, ni su gente, ni sus promotores. Y ¿sabe por qué? Porque fuera de la división de pesos pesados, Álvarez es el peleador con mayor convocatoria en el boxeo competitivo. Es su vaca lechera. Y la tienen que exprimir.

Esta distinción seguirá siendo importante para ellos y más ahora que el deporte ha navegado una ola de peleas cirqueras pero taquilleras. Un combate de exhibición de noviembre entre Roy Jones Jr. y Mike Tyson (edad combinada: 105 años) generó negociaciones para más peleas de este tipo, entre ellas unas que enfrentaban a Jones con Joe Calzaghe y Thomas Hearns (de 63 años) y una posible revancha entre Tyson y Lennox Lewis.


ESPEJISMOS

Luego está Jake Paul, un personaje de YouTube tornado en boxeador, quien en la cartelera de Tyson-Jones transformó el nocaut que le propinó a Nate Robinson —un jugador de baloncesto retirado— en una pelea muy bien remunerada y transmitida en pago por evento contra Ben Askren, un luchador retirado de artes marciales mixtas.

Esos eventos, insistimos, no cautivan a los fanáticos avezados del boxeo que planean con tiempo de sobra un noche sabatina alrededor de algo veraz y competitivo, digno de su dinero, y que están totalmente convencidos en que, si la industria del boxeo, pero específicamente la que promueve el humo del Canelo, no se aviva y organiza grandes y dignas peleas, serán superados con combates cómicos y aburridos — como los de Jake Paul o Mike Tyson aun presente una serie de mini conciertos de Pepe Aguilar y Bad Bunny.

¿La respuesta? Fácil, examinar al ‘Taquillero’. DAZN tiene acuerdos con Álvarez y Gennady Golovkin, el campeón de peso medio, quien empató con Álvarez en 2017 y al año siguiente le ganó ante el mundo una pelea que según los jueces, perdió en sus tarjetas.

Joe Markowski, el vicepresidente ejecutivo de la compañía ha expresado claramente el deseo de DAZN es de que se dé un tercer encuentro entre los dos. Pero es casi seguro que Golovkin tendría que subir de peso para alcanzar la división de Álvarez y acaba de cumplir 39 años, lo que deja dudas sobre cuánto tiempo más podrá competir a nivel de élite. Álvarez mientras tanto, prefiere pelear contra el peso supermediano Caleb Plant, en lugar de hacer lo correcto y volver a enfrentar a Golovkin.

AL DESNUDO

Y es simple. No lo hace porque tiene ‘harto miedo’ a perder. Acaso usted, señor lector, ¿no conoce la diferencia real entre pesos y categorías?

¿Sabe cuál es la diferencia entre un boxeador de peso welter, peso medio y peso pesado? La diferencia es que el día antes de la pelea cuando los pesan (para subir por lo menos ocho a diez libras después tras alimentación y rehidratación), los pesos welter deben pesar en o menos de 147 libras. Los pesos medios deben pesar o en menos de 160 libras, y los pesos pesados no necesitan hacer ningún peso en particular.

Claro, hay otras categorías entremedio, como las del peso medio ligero que es de 154 libras, la del peso medio súper que es de 168 libras, la del peso semipesado de 175 libras y aquella del peso crucero que es de 200.

De querer, y no esconderse más, Canelo puede cumplir con ciertas normas y exigencias a cualquier escala. El problema sigue siendo en que, los que lo protegen, no lo quieren ver caer.

Así que, no le crea la próxima vez que le pegue a un bulto y sus amigos le digan ¿qué ante quien lo enfrentan? porque rivales sobran. Lo que carece aquí son huevos del Jalisciense para realizarlo y convertirlo en realidad.

En cierre, recuerde que toda guerra se inicia con los pretextos más nimios, se continúa por motivos de peso y se concluye con las excusas más falaces. Y al final de cuentas, la realidad es que, Canelo volvió, y el boxeo retornó a su incertidumbre habitual.

Aunque, esto es algo que pronto puede cambiar. Claro, si es que se dan las esperadas peleas entre Spence y Crawford, la de Tyson Fury y Deontay Wilder y claro, una tercera entre el Canelo y Golovkin, pero lejos de Las Vegas y las amistades en lugares altos con intenciones bajas del pugilista Jalisciense.

Los dejo. Hasta la próxima.

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