Los Dodgers están condenados como otros en el pasado de la MLB; Previo a esta, hubo otras como la del “Bambino”, con los Red Sox, y la de la cabra con los Cubs, que han hecho que equipos carezcan de éxito durante largos períodos

Por René Romano @reneromano @IAmRomano10

LOS ÁNGELES, EE.UU.—  Una cosa es estar salado, otra simplemente es estar inclinado a tener mala suerte, y la otra es realmente estar maldito o bajo algún ‘spell de vudú’.

Y este último, creo de corazón, es el caso específico de los Dodgers de Los Ángeles.

Les diré por qué. Sin rodeos y al grano. Al estilo Romano.

Porque toda bendición no aceptada se transforma en maldición.

Aparte que, cierto es que, cuando un equipo de béisbol pasa varias décadas sin proclamarse campeón, los fanáticos, prensa, amigos y enemigos, automáticamente bucean en el sincretismo y lo atribuyen a una “maldición” o que le tiraron sal o un “guanguá”.

Vea, y es que, el béeisbol en específico, es un deporte perseguido por el misterio y las supersticiones como ninguna otra disciplina.

Lo he visto. Lo he comprobado.

Sin duda, pese a la evolución de los tiempos, el rey de los deportes suele ser inexplicable dentro y fuera del terreno de juego, es por eso que su atmósfera suele tener un toque enigmático como ningún otro.

Dentro de todo este ambiente, las desgracias y maldiciones se han hecho presentes. Algunas causando largas sequías a equipos que en su momento figuraron en primeros planos; otras, truncando prominentes carreras de peloteros o serpentineros. Y encima, por si fuera poco, varias tragedias han llegado a alcanzar a los aficionados, que han convertido parques de pelota en sus propios cementerios.

¿EJEMPLOS? ¡SOBRAN!

La historia de Babe Ruth por ejemplo, se inicia en 1919, cuando, debido a problemas económicos, el dueño de los Medias Rojas, Harry Frazee, quien además era productor de teatro en Broadway, vendió a los Yanquis de Nueva York al mejor pelotero que tenía, Babe Ruth por US$125,000, y ahí comenzó a tejerse la “Maldición del Bambino”, la cual pesó sobre los Medias Rojas hasta 2004, cuando David Ortiz, Manny Ramírez y Pedro Martínez hicieron el despojo.

¿Más? Con gusto...

La “Maldición de la Chiva” le “cayó” a los Cubs de Chicago en la Serie Mundial de 1945, cuando se enfrentaron a los Detroit Tigers.

En el cuarto partido disputado en el Wrigley Field, Billy Goat Sianis, el dueño de una cantina llamada “La Taverna de Billy Goat” llegó al estadio con una chiva de nombre Murphy, pero el dueño de los Cubs, P.K. Wrigley le impidió el acceso, aduciendo que “la chiva apestaba”, por lo cual Billy Goat sentenció: “Los Cubs nunca volverán a ganar”. Y así sucedió hasta el 2016, luego de 71 años de sequía.

La maldición de Rocky Colavito, por ejemplo, es una que mantiene a los Indios de Cleveland lejos del descorche del ‘bubbly’, en tiempos recientes representado en una ‘Bud Light’.
Colavito, luego de la temporada de 1959 y, pese a que tuvo un gran año al ser el líder de la Liga Americana en jonrones con 42 y segundo en impulsadas con 111, el gerente general de los Indios, Fred Lane, lo cambió a los Tigres de Detroit por Harvey Kuenn.


Los aficionados de Cleveland no lo podían creer, y se comenzó a correr la voz de que la salida de Colavito sería una maldición para los Indios, quienes a partir de entonces tuvieron que esperar 38 años para llegar a una Serie Mundial, la cual perdieron en siete juegos frente a los Marlins de Florida en 1997.

MALDITAS SEAN…

La Maldición de Pedro Borbón es muy poco conocida y no tan “maldita” como las otras, pero tiene su toque de curiosidad. En 1970, Cincinnati lo cambió a los Giants y, a manera de despedida, le mandó al gerente general de los Rojos un regalo nada agradable: una maldición vudú.

Sin embargo, los Rojos llegaron a la Serie Mundial de 1990, donde barrieron en cuatro juegos a los Atléticos de Oakland.

¿Cuál es la Maldición de los Dodgers?

¿A quién culparán de la que hilvanan los de Cerro Azul?

En resumen, el beisbol, un deporte de infinidad de glorias, pero lamentablemente, también, lleno de desgracias.

Los dejo. Hasta la próxima.

About The Author